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Nacido en 1570, no todos los historiadores de las letras hebreas aceptan sin más la patria hispana de nuestro autor, si bien nadie discute su origen netamente español y aún algunos, como Leví Barrios, lo hacen descendiente de Gonzálo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. En efecto, Barbosa Machado, Rodríguez de Castro y Antonio Ribeiro dos Santos que le atribuyen también el nombre de Alonso Núñez Herrera, Ferreira y Abraham Irira, lo hacen hijo de Lisboa, mientras que otros, apoyados en una carta de nuestro autor dirigida a Lord Essex y publicada en Sources inédites de l'histoire du Maroc (1.° serie Angleterre, tomo II) y en la que se declara súbdito del Duque de Toscana, lo suponen italiano. Frente a todos ellos, empero, existe junto a su indiscutida ascendencia española el hecho, a nuestro juicio concluyente, de que Cohen de Herrera escribió todas sus obras en castellano, lo que unido a su condición de cripto-judío que elimina cualquier impedimento de carácter religioso para que su familia pudiera residir en España, permite suponer que tuvo el idioma cervantino y no el italiano o el portugués por lengua materna y, consiguientemente, que no sólo nació en España, sino que abandonó este país cuando el español había adquirido carta de naturaleza en su espíritu, marchando entonces a Toscana, de cuya nacionalidad se preciaría más tarde, como ya ha quedado apuntado. De cierto se sabe únicamente que desde Florencia emigró a Marruecos, donde su tío, Juan de Marchena, trabajaba como agente de comercio al servicio del sultán Ahmed al-Mansur, y que en 1596, durante la ocupación inglesa de Cádiz, Cohen de Herrera, que se hallaba allí por encargo de aquél, fue capturado y llevado a Londres y liberado hacia 1600 por la intervención del sultán de Marruecos ante la Reina Isabel de Inglaterra. Marchó entonces a Amsterdam, donde abrazó la fe mosaica iniciándose en los misterios de la Cábala junto a Israel Sarut, discípulo de Isaac Luria; y poco después creaba a su vez escuela propia en este género de especulaciones contando entre sus más destacados discípulos a Monteira y a Isaac Aboab. Nada más se sabe con seguridad de su vida, excepto que sus últimos años los pasó en Viena, donde falleció en 1631 o más probablemente en 1639.
Hombre de vasta cultura filosófica, recién llegado a Amsterdam y antes de orientarse hacia la Cábala, dio a la estampa en español un Epítome y compendio de lógica y dialéctica, una de cuyas siete partes (Libro de definiciones) está dedicada a conceptos filosóficos y teológicos. Sin embargo, su mejor influjo lo ejerció a través de sus otras dos obras Puerta del cielo y Casa de Dios concebidas asimismo en español, pero que fueron publicadas en hebreo en la traducción que de ellas hizo Isaac Aboab y merced a buena parte de la fortuna que mediante disposición testamentaria legó nuestro autor para este objeto. Las obras llevan los respectivos títulos hebreos de Shaar Hashamayin y Bet Elohim y tiempo después una selección de estas obras se tradujo al latín apareciendo en la Antología de escritos cabalísticos titulada Cabbala denudata (SuIzbach 1678, t. 1 parte III, pp. 1-102 y t. Il parte IlI, p. 188-242). El propósito que preside las obras de Abraham Cohen es el de proporcionar una visión completa, orgánica y moderna de la Cábala para lo cual intentó y en buena medida logró sistematizar sus elementos a la luz de la filosofía neoplátonica en su versión de la escuela florentina especialmente de Marsilio Ficino y de Francisco Patricio. Dentro de esta línea desarrolla la idea de Dios apoyándose en la doctrina medieval de la contingencia, y a este efecto trata de coordinar la doctrina de los atributos negativos de una parte con la de la coincidencia oppositorum de otra. Sobre este esquema desarrolla la idea de la expansión infinita del Ser Divino mediante brillantes metáforas, aunque para neutralizar el carácter panteísta de estas representaciones se vea obligado a apelar al difícil expediente de negar la identidad del concepto de la comprensión del Universo dentro del Ser Divino con la totalidad empírica del Cosmos. Mayor originalidad, empero, presenta su asimilación de la doctrina Cabalística del Adam Kadmon mediante la tesis neoplatónica de la simplicidad absoluta de Dios, al tiempo que rechaza las opiniones del peripatetismo árabe y judío de la teoría de las esferas para establecer una correlación específica entre Dios (En Sof) y la esfera del Adam Kadmon; esto es, entre la causa primera y el Primer Efecto con lo cual ofrece una original concepción del Logos al definir el Adam Kadmon como una idea suprema e inteligencia simple.
El influjo de Abraham Cohen en el pensamiento posterior ha sido considerable. Ya Johann Georg Waohter en 1690 denunciaba en su obra Der Spinozismus im Judentum el influjo de nuestro autor en el panteísmo de Spinoza, quien a buen seguro debió conocer las obras de Cohen de Herrera en el seminario rabínico Etz Jayim e igualmente Leibniz señala este influjo; las tesis de Cahen de Herrera tienen nueva vigencia en el siglo XVIII en la disputa entre Mendelssohn y Jacobi y, en fin, no ha faltado quien haya visto rasgos de su pensamiento en la obra de Fichte.
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