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Escritor judío, poeta y cabalista, nacido en Medinaceli (Soria) en 1248. Durante su juventud estudió con avidez la filosofía, el Talmud y la Cábala, a la que, más adelante, habría de dedicarse con exclusividad, sobre todo a partir de su amistad con Abraham Abulafia (véase) junto al que nuestro autor pasó varios años, gloriándose después de lo mucho que aprendió junto a él y de haber acrecentado sus doctrinas. Respaldado por tan extensos conocimientos, reprobó en el prólogo al Quinnat Egos, escrito a la edad de veintiséis años, tanto la conducta de aquellos que se dedican al estudio de la filosofía griega y arábiga acusándolos de impíos, como la de quienes, pese a su condición piadosa, permanecen voluntariamente alejados por ignorancia de todo lo relativo al conocimiento de Dios. Frente a unos y otros, afirmará, sólo el conocimiento de la doctrina secreta recibida por tradición, permite corregir a los descarriados y aclarar el sentido profundo de la religión.
Nuestro autor falleció en Peñafiel (Valladolid) después de 1305.
Doctrinalmente el sistema cabalístico de Ibn Chicatella radica, como el de su maestro Abulafia, en la mística de las letras que trató de enlazar con la antigua doctrina cabalística de los Sefirot. Del mismo modo que las almas animan a sus respectivos cuerpos, así el Tetragrammaton inflama de múltiples sentidos la totalidad de las letras de la Torá, por lo que para poder vislumbrar los innumerables secretos que el texto sagrado alberga, hay que hallar la conexión con la tradición que desde Moisés, y a través de los profetas y de sus sucesores, fluye hasta los tiempos más recientes (Schaar ha-Nikkud, 33, 36, 39).
La doctrina cabalística de Ibn Chicatella, que tuvo entre sus coetáneos enconados enemigos como Isaac de Akko, logró una larga pervivencia, cuyas salpicaduras alcanzaron, incluso, a autores como Pico de la Mirándola o Juan Reuchlin, representantes ambos de la llamada Cábala cristiana.
Como poeta, Chicatella dejó también varias composiciones de estimable valor, entre otras una elegía, qiná, dedicada a cantar las excelencias de Jerusalén «la bien amada» celebrada con expresiones. místico-cabalísticas.
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